jueves, 1 de diciembre de 2016

ALEMANEANDO

No quiero empezar hablando de tópicos alemanes. Todos conocemos algunos estereotipos. De cuadriculados a "cabezas cuadradas" o metódicos. La historia los sigue dejando con muy mala reputación. La política... bueno, ese es otro tema que no tiene cabida en este capítulo. Yo prefiero hacer una reseña sobre las mamás alemanas ofreciendo mi interpretación personal.
Sin ánimo de ofender, pero con mucha guasa, me vienen a la mente infinidad de historietas de mi experiencia con ellas.

Insistencia es una de sus principales cualidades. Al principio no me importaba tener que explicar una y otra vez el por qué yo había decidido quedarme con mis apellidos al casarme. Incluso con los dos. Qué descaro!. Aquí, como en otros países europeos, la mujer suele tomar, en la mayoría de los casos, el apellido del marido. Tras una firmita y un par de cambios burocráticos pasan a ser la "Señora de". Pero después de meses repitiendo la misma historia y empalmando con la pregunta de "cómo se llamarían nuestros hijos", llegué a darle el relevo al maromen. Persistentes y obstinadas, repiten reiteradamente las mismas preguntas como si se les fuera la vida en ello. Algunas incluso acompañan con un gesto de desaprobación tus respuestas. Eso sí, con sonrisa de portada para suavizar artificialmente la expresión.

Un espécimen muy común en la Alemania del sur es la mamá Bio. Todo lo referente a sus bebés, desde ropa a juguetes, comida o bebida, ha de ser biológico. Una de la cadena de tiendas más conocida y frecuentada por las mamis alemanas ofrece productos 100% naturales. El paraíso del bio-todo. Desde alimentos para bebés con cero ingredientes artificiales hasta tés para embarazadas y mamás en periodo de lactancia. Todo muy eco. La mamá Bio siempre habrá dado el pecho un mínimo de un año, transportará a sus vástagos en remolques para bicicleta, vestirá a los peques con ropita de algodón y olvidarán el rímel y la barra de labios. Y ante todo, vestirán siempre como si llegaran de hacer senderismo.

Luego están los grupitos de mamis que se juntan una vez por semana para intercambiar opiniones de pañales y compartir momentos varios con los retoños. En este campo aún no me he atrevido a entrar, pues si ya se me hace difícil el monopolizar las conversaciones con temas de biberones y chupetes, no me veo pasando el rato con un grupito de madres madrísimas hablando de sus hijos hijísimos. Para mí sería más factible reunirme con madres cabreadas, coléricas y críticas, donde los niños no tengan cabida y nosotras nos podamos explayar con un cóctel en la mano. Sé que es mucho pedir, pero y lo bien que nos sentaría a más de una...

Algo fundamental e imprescindible si quieres pertenecer al club de mamis por estas lindes es saber hacer tartas, pasteles y muffins. No hay mujer con hijos que no haya horneado alguna vez un par de riquísimas tartas para las amigas, dejando ver los detalles más exquisitos en decoración y envasado. Porque no sólo preparan a la perfección deliciosos pasteles de sabores indescriptibles, sino que además, hacen unas mermeladas y confituras dignas de estrella Michelin. Vamos, que te presentas con tu tarta de Dr. Oetker de diez minutos en el horno y te fulminan con la mirada pastelera crítica en menos que se cuece un bizcocho.

Aquí se da también el fenómeno de las que no quieren llevar a sus hijos a la guardería antes de los tres años. Por razones varias. Entre las más populares, el pensar que son malas madres si deciden volver a trabajar después de una más que bien merecida y aprovechada baja maternal. Alemania posee una de las políticas sociales más avanzadas de Europa y las mujeres tienen muchas ayudas a nivel económico y laboral cuando deciden hacer una pausa en su vida profesional
Estoy leyendo un libro muy interesante sobre este tema "Un bebé- ahora, después o nunca" (Ein Baby- jetzt, später oder nie), donde la autora recalca la tesitura en la que nos encontramos las mujeres a la hora de decidir tener un hijo. Básicamente viene a decir que la mujer "tiene" que decidirse entre hacer carrera o tener descendencia. "Todo sería menos complejo si tuviésemos más opciones para ayudas en la crianza de los hijos".
De todas maneras, estando aquí tienes la sensación que lo normal es el darte cien por cien a tus hijos los primeros años, olvidando tu trabajo y la profesional que una vez llegaste a ser.

Por un lado, pienso que es bonito el poder ver en primera fila todos los cambios que se producen día a día en el desarrollo de los renacuajos. La primera sonrisa, el primer pasito, e incluso sus primeras lágrimas. Pero, de alguna manera, echas de menos la mujer que se levantaba cada día temprano para ir a trabajar. Desempeñabas tareas de una responsabilidad que te hacía sentir independiente y capaz.
Quizás cuando tu trabajo te llena y sientes que estás haciendo algo que te enriquece no sólo intelectualmente, te es difícil cambiar el chip de un día para otro.

De alguna manera podría decir que estoy en período de "alemanización" cuando me veo paseando con mis peques en bici con remolque. Incluso me he aficionado a ir a la tienda eco más que al supermercado. Pero hay aspectos con los que no me identifico ni creo que lo haga por muchos años que viva en este país.
La semana que viene volamos a España por primera vez con los enanos. No sé por qué, pero tengo la mosca detrás de la oreja. Posiblemente estando allí, me dé por comparar. Quizás haya incluso detalles que me sorprendan, acostumbrada al día a día con los niños por estos lares.
Estoy preparada para españolear!